domingo, 26 de octubre de 2014

Mirándonos a los ojos

Hay algunas cosas que sólo haces con él, con ella. Una de ellas es sin duda hablaros de ese modo; mirándoos a los ojos, con cercanía, con franqueza, con cariño, creando intimidad.

Y no hace falta para esto llevar dentro un Romeo o una Julieta, no caigamos en el error de sonreír con ironía al leer esto;  esa forma de hablar clavándonos los ojos es lo propio de enamorados, y punto. 

Está al alcance de todos, lo que pasa es que claro, requiere del entorno y del momento  adecuado. 

Si te das cuenta de que hace mucho que no habláis así, examínate.

No me refiero a examinarte de cómo de enamorado estás, porque seguro que no falta amor.  
Se trata más bien de pensar cuánto estás invirtiendo en que tu relación tenga ese punto de conexión íntima. Ese que hace que estar juntos sea distinto a todo lo demás.

¿No será que el torrente de cosas que nos arroyan todos los días se ha llevado por delante ese mimo y dedicación, tan necesarios para mantener muy viva una relación que está llamada a durar para siempre?


Si sospechas que es así, o que quizás sea así, no lo dudes: Ponte manos a la obra. Ahora.

domingo, 19 de octubre de 2014

Tiempo de calidad...y del otro.


Hablábamos el otro día de trabajar la agenda juntos para conseguir encajar esos momentos para los dos, ese “tiempo de calidad” en el que nos sintamos como al principio: solos. Y seamos capaces de conectar por dentro.

Pero para que esos momentos funcionen de verdad, hemos tenido que pasar también juntos bastante tiempo de “baja calidad”, es decir, esos momentos que nos querríamos ahorrar todos: recoger la cocina, bañar al enano, rematar los deberes con esa hija que se tuerce hasta límites exasperantes…

Es importante que nos veamos juntos con la gota de sudor por la sien; eso une, si señor. Es bueno que si se ha levantado a darle un paseo al de cinco meses que no para, asomemos la nariz, aunque sea como muestra de solidaridad.

En fin, que ahí también cimentamos la comunicación porque nos sentimos cercanos, en el mismo barco y entonces nos apetece a los dos escaparnos juntos, aunque sea a la vuelta de la esquina como decíamos.

Se trata de mantener la conexión activa a lo largo de los distintos contextos del día. Incluso cuando no estamos juntos es posible mantener esa unión.


Ahora no hay excusa, con la mensajería es fácil permanecer conectado a lo largo del día. Ese whatsapp de ¿cómo estás? ¿qué tal te ha ido la reunión? Nos acerca durante la jornada y mantiene viva la presencia del otro en las intensas horas de trabajo.

domingo, 12 de octubre de 2014

A vueltas con la comunicación

Seguimos con la comunicación, porque por frecuente que pueda resultar como tema, no deja de ser la verdadera columna vertebral de nuestra relación. Si conseguimos un diez en esta asignatura tenemos asegurado el cum laude al final del camino.

Hoy nos centraremos en las preguntas, camino frecuente que nos conduce a una comunicación densa y personal.

A veces las cosas fluyen sin más, pero hay personas a las que les cuesta más salir de dentro a fuera y unas preguntas bien deslizadas pueden ser el catalizador perfecto. Pero deben cumplir ciertas características:
En primer lugar preguntamos para saber, no para confirmar lo que ya sabemos. Es decir, al dirigirnos al otro en asuntos personales, debemos partir de la más completa humildad: no estamos en posesión de la verdad. Nos interesa algún aspecto concreto y estamos dispuestos a dejarnos sorprender incluso por lo que escuchemos. Pero no escuchamos preparados para disparar con nuestra versión acerca de lo que el otro piensa, desea, siente o pretendía en una determinada situación.

En segundo lugar, al contestar, es importante que conjuguemos la primera persona del singular. Si utilizamos la segunda, estaremos acusando, culpabilizando o reprochando en vez de dejar ver cómo nos sentimos en relación a esa cuestión concreta que nos han preguntado o sobre la que estamos hablando.
¡Cuánto más digerible es –“me he sentido muy solo en estos días”- que “no me has hecho ni caso estos días”!
Nos damos perfecta cuenta, el mensaje es el mismo. Pero si nos dirigen la primera frase nos sentimos interpelados en positivo y rápidamente recapacitamos sobre nuestra actitud y muy probablemente nos disculpamos por haber estado despistados o demasiado absorbidos por lo urgente. 
Eso si, ante la segunda frase nuestra reacción será sin duda de defensa: No tardaremos en justificarnos, sentirnos incomprendidos, incluso podríamos llegar a acusar al otro de egoísta por no hacerse cargo de la vida que llevamos.


Si tratamos de evitar estos errores y mantener esta buena disposición en nuestras conversaciones, iremos creando un ambiente cada vez más cercano y confiado entre los dos. No olvidemos que la confianza y la cercanía son dos de los frutos más esperados de una sana comunicación. 

domingo, 5 de octubre de 2014

Propósito de nuevo curso

Con el curso ya comenzado y la mayoría de las rutinas en marcha, me parecía oportuno señalar una “rutina” de las buenas que debe tener su hueco claro en nuestro día a día. Me refiero a la necesaria comunicación diaria entre los dos.
Y hablamos de comunicación a fondo: esos ratos en los que nos palpamos por dentro, nos miramos a los ojos y en los que nos encontramos realmente bien, como si hubiéramos volcado en el otro lo que llevamos más dentro. Y claro, eso no se logra despachando los asuntos pendientes o gestionando las múltiples citas de la semana.
Para ese tipo de comunicación de alto calibre necesitamos tiempo para los dos solos. Ratos, largos y cortos en los que nada ni nadie nos interrumpa.       

 -“Pero si eso es imposible”- me podréis decir –“con todo lo que llevamos encima, ritmos, horarios, niños…encontrar momentos de aislamiento es un desafío imposible!”-

¿Y si concluyéramos que cerrar la comunicación íntima entre los dos equivale a cortar el tallo a una planta? ¿Alguien se sorprendería de que en poco tiempo todo se fuera marchitando sin remedio? Entonces seguro que buscaríamos los medios para superar ese supuesto desafío imposible, que no lo es, y todos los días tendríamos nuestro rato. Porque de eso se trata, de encontrar a diario un rato blindado para los dos en el que nos nutramos el uno del otro.

¿Y por qué? ¿es tan necesario hablar? Fíjate, está claro que las necesidades comunicativas varían mucho de persona a personas. Podríamos incluso decir que de hombre a mujer en general, pero hay tanta casuística que aquí las reglas generales no suelen valer. El caso es que a cada uno se nos llena el vaso de la comunicación más o menos rápido. Pero esto importa poco, porque cuando nos sentamos a hablar nuestro objetivo es la felicidad del otro y por tanto, nos debe preocupar que colme sus necesidades comunicativas. Es decir que se desahogue, que se sienta acompañado y por otro lado yo debo asegurarme de compartir con el o ella aquello que creo que es realmente importante para mi.

Así conseguiremos varias cosas: En primer lugar conocernos mejor; saber que pasa por su cabeza, por su corazón, en esos días, en esos momentos, no en general “ si ya le conozco” sino ahora: ¿Qué ilusiones tiene, qué preocupaciones? Es una toma de tensión constante que nos mantiene unidos. Cada una de esas conversaciones densas, son como un punto de silicona que une las dos piezas de manera inseparable. Así crecerá día a día nuestra confianza, base de nuestra relación, fortaleceremos cada vez mas su posición de confidente. Estaremos deseando compartir con el otro eso que llevamos dentro; y así crecerá en la otra persona una confianza inquebrantable hacia mi, tan necesaria en el robustecimiento de la relación.
Al conocernos mejor, además, tendremos muchos más datos para acertar en lo que él o ella desean. Podremos comprender mucho mejor sus motivaciones, sus anhelos y sabremos acercarle más a sus sueños. En fin, tendremos muchas más claves para hacer feliz a nuestra pareja.

Por lo tanto, no olvidemos incluir en nuestra agenda algunas citas fijas que nos aseguren una correcta atención a los aspectos que acabamos de abordar: Todos los días un rato de conversación cercana y pausada entre los dos, sin pantallas ni otras distracciones. Todas las semanas salimos los dos un rato a solas, a caminar, a tomar algo…lo que nos de el presupuesto y la logística. Al menos una vez al año, un fin de semana de escapada los dos solos.

Si tenemos la disposición adecuada el uno al otro y cuidamos estos puntos de encuentro, no dejaremos de crecer nunca en cercanía e intimidad.

Saludos a todos

Queridos amigos, 
llevo tiempo pensando en poner por escrito algunas ideas y reflexiones sobre el universo de las relaciones, que son fruto de mi contacto permanente en el despacho con parejas que luchan por mejorar su relación. Confío en que estos pensamientos te sirvan y si lo crees oportuno se los hagas llegar a alguien que también se pueda beneficiar.
En esta primera entrega la idea clave es la comunicación entre los dos: cómo protegerla, mejorarla y por qué es vital en la relación.
Un saludo cordial
Ignacio Tornel