domingo, 25 de enero de 2015

CUIDA TU FIDELIDAD

Es bueno fiarse poco de uno mismo en este terreno. 
Las historias de infidelidad que he conocido en el despacho tienen algún denominador común. Uno de ellos es que todo comenzó de manera más o menos inocente.

¨Empezamos a salir juntos del gimnasio y me acompañaba un rato porque coincidía el camino...¨

¨Fue en un viaje en el que las reuniones acababan tardísimo y luego nos íbamos varios a tomar algo, alguno de esos días nos quedamos solos y empezamos a hablar de cosas más personales...¨

¨la verdad es que tenemos un sentido del humor parecido y nos reíamos siempre un montón de las mismas tonterias...¨

Todas estas situaciones resultan eso, inocentes. Nada hace pensar que detrás venga un lío. 
Y sin embargo, en el momento en que empezamos a sentirnos especialmente bien con alguien del otro sexo, hemos pasado la barrera. 
Si tenemos un compromiso, nuestra pareja merece que estemos atentos y que no dejemos que esos sentimientos aparezcan y aniden. Y lo malo es que si no estamos atentos las cosas pueden avanzar rápido.
Decía que es bueno desconfiar de uno mismo en esto porque normalmente estamos convencidos de que controlamos, de que no hay nada que temer, que nada está en peligro, que hay que dejarse de estrecheces, que ya somos todos mayores, etc. etc.

Y lo cierto es que las situaciones siguen siendo de manual,  o sea muy típicas. Que al final seguimos siendo hombres y mujeres. 

Por lo que, sin miedo a parecer exagerados, es bueno ser prudentes y proteger nuestro corazón. Preservar el mundo de nuestra intimidad para él, para ella. Llevar bien las riendas de nuestros sentimientos y dirigirlos hacia la persona con la que hemos decidido compartir  nuestra vida. 

domingo, 18 de enero de 2015

EN CASA: DE GUANTE BLANCO


Pedir permiso, dar las gracias, por favor, te importaría…estas expresiones deben ser de uso habitual en casa porque lejos de ser meras fórmulas de cortesía, expresan el profundo respeto por la persona con la que compartimos nuestra vida y con quien debemos ser especialmente delicados. 
Precisamente, con frecuencia caemos en el error de pensar que no es necesario ser tan cortés en casa, que ahí es donde nos podemos relajar frente a otros entornos como el laboral o el de las relaciones sociales en los que debemos cuidar mucho más las formas. 
Y sin embargo es precisamente en casa, donde vamos a pasar presumiblemente las próximas décadas de nuestra vida, donde debemos preservar al máximo un buen ambiente de cordialidad, educación y cortesía. Sin que nada de esto resulte artificioso. 

“Es que voy a parecer un invitado en mi propia casa con tanta palabrería”
 En primer lugar no debe ser palabrería sino expresión de respeto y atención;
Y en segundo lugar, más vale pasarse que quedarse corto. Porque la tentación siempre será la de “ir al grano” saltándose los cumplidos y buenas palabras; especialmente en situaciones de tensión.

El terreno doméstico es el más resbaladizo y donde pueden aparecer con más facilidad minas anti personas que exploten en cuanto las pisemos. Por eso es bueno andar con cierto cuidado...

Normalmente en nuestras relaciones sociales sabemos comportarnos de forma más que adecuada. Y lo mismo se puede decir del terreno laboral. A ver quien no se tiene que contener y reconducir de vez en cuando...

Y así, más posibilidades de alta tensión habrá cuanto mayor es el nivel de confianza y cuanto más personal se vuelve la conversación. 
De ahí que en casa alcancemos el cenit.  
Así que no tengamos miedo a resultar cursis o ceremoniosos, porque de esto nunca pecaremos por exceso, salvo caricaturas que 
no serían genuinas. Y sin embargo es muy fácil dar por hecho cosas que no debemos obviar en la convivencia



domingo, 11 de enero de 2015

CON MIRADA POSITIVA

Enamorarse es entusiasmarse, sorprenderse ante lo que vale el otro, pasmarse de que alguien pueda ser así.  En el enamoramiento hay fascinación, hay admiración; y por lo tanto en la relación amorosa eso debe continuar. Y si no la hay, habrá que fomentarla, no digo inventarla, pero si soplar para que aquello vuelva a arder.
Lo contrario es afincarse en el comentario rutinario que ironiza acerca de nuestra pareja. Casi en tono de broma, como algo socialmente exitoso por la gracia que puede tener…pero maldita la gracia que tiene estar al lado de alguien a quien realmente no admiras. Por lo tanto, mejor no hacer bromas ni comentarios gratuitos, sino más bien y por el contrario tratar de encontrar el antídoto a ese sentimiento.
A Lourdes se la ha caído Pepe del pedestal. Quizás es que nunca debió estar, pero lo cierto es que ella echa de menos tenerle allí alto. 

“Yo me acuerdo que le veía y pensaba, ¡qué tío más guapo! Y me encantaba y me hacía gracia y estaba deseando estar con él. Pero ahora le veo y sí me sigue pareciendo guapo pero nada que ver con ese modo de mirarle..."
Ahí está la cuestión, en la mirada. 
Es como con los niños. Llega Tomás, cuatro años, con los pantalones rotos por la rodilla, unos berretes tremendos en la boca y por supuesto unos pelos de loco. Ante ese panorama podemos reaccionar con mirada crítica diciéndole:
“Pero dónde vas así, con esas pintas, todo sucio. Ahora a volverte a peinar ¿no? Como si no tuviera otra cosa que hacer…y ese pantalón ¡te lo has cargado!
O bien, podemos cambiar la mirada y decirle:
“Anda ¿de dónde sales? Ya veo que te lo has pasado bien ¿eh? ¿Que? ¿has estado haciendo paradones de rodillas? ¿Y te han colado alguno o no? Seguro que no porque menudo portero estás hecho…¿Y qué has merendado? ya veo que te has puesto las botas ¿eh?”
Es el mismo niño y la misma escena pero la mirada ha cambiado. 
Es una mirada indulgente frente a una mirada exigente e implacable con los errores ajenos. Una mirada que busca lo positivo frente a una mirada empeñada en ver lo que no va. Una mirada que realza los valores del otro frente a una mirada que pone la lupa de aumento en sus defectos.
Pues eso. 


domingo, 4 de enero de 2015

Conoce a tu pareja

Ahora que comienza el año, casi todos nos planteamos algún cambio, propósito o meta a conseguir en las próximas semanas o meses. Es buen momento para afinar el oído y ver qué se mueve dentro de la cabeza del otro. 
 “Ahora le ha dado a Alicia por la haute cuisine y se ha apuntado a un curso de cordon bleu al que va a dedicarle horas todos los fines de semana, !de aquí a junio! ¡No se que interés le ha entrado ahora por la alta cocina!...”
Pues vete enterándote majete, porque parece que te estás perdiendo algún capítulo de lo que Alicia lleva dentro. 
Es decir, por qué ahora necesita esa nueva motivación, distracción…
¿Será que en su trabajo el horizonte se le ha quedado plano? ¿será quizás que tiene ganas de conocer nueva gente? ¿no será que se le viene un poco encima el fin de semana?

En fin, más allá de la anécdota, prestemos atención en esta situación a dos aspectos: 
A nuestro amigo parece incomodarle la dedicación de varias horas a la alta cocina de su mujer, quizás porque desde un punto egoísta le toca a él lidiar a solas con la casa y los enanos. Ante ésto...!seamos grandes! !No empequeñezcamos el horizonte del otro! Tienes que ser el primer promotor de su crecimiento, de su mejora...
Y en segundo lugar y quizás mucho más importante, no comprende del todo lo que le está pasando a Alicia porque le faltan datos.

No se ha interesado genuinamente por esa nueva afición de Alicia, no lo ha valorado en su justa medida, no le ha dedicado la atención que merecía. En cierto modo no le ha tomado en serio en esto. Y eso puede molestar.

Por eso hemos comenzado diciendo que es vital mantener el rádar muy atento a los intereses de nuestra pareja, a sus aficiones, emociones, ganas de hacer…no porque vayamos a tener que sistemáticamente decir que si a todo lo que proponga, sino porque detrás de cada anhelo, de cada deseo, normalmente habrá un interés, un sentimiento que seguramente compensa desbrozar. 
Y si no lo hay, y no es más que una ocurrencia, pues también es interesante conocerlo para saber qué pájaros pululan por la cabeza de nuestro querido compañero o compañera de viaje. 

!Feliz año!