Seguimos
con la comunicación, porque por frecuente que pueda resultar como tema, no deja
de ser la verdadera columna vertebral de nuestra relación. Si conseguimos un
diez en esta asignatura tenemos asegurado el cum laude al final del camino.
Hoy
nos centraremos en las preguntas, camino frecuente que nos conduce a una comunicación
densa y personal.
A
veces las cosas fluyen sin más, pero hay personas a las que les cuesta más
salir de dentro a fuera y unas preguntas bien deslizadas pueden ser el
catalizador perfecto. Pero deben cumplir ciertas características:
En
primer lugar preguntamos para saber, no para confirmar lo que ya sabemos. Es
decir, al dirigirnos al otro en asuntos personales, debemos partir de la más completa
humildad: no estamos en posesión de la verdad. Nos interesa algún aspecto
concreto y estamos dispuestos a dejarnos sorprender incluso por lo que
escuchemos. Pero no escuchamos preparados para disparar con nuestra versión
acerca de lo que el otro piensa, desea, siente o pretendía en una determinada
situación.
En
segundo lugar, al contestar, es importante que conjuguemos la primera persona
del singular. Si utilizamos la segunda, estaremos acusando, culpabilizando o
reprochando en vez de dejar ver cómo nos sentimos en relación a esa cuestión
concreta que nos han preguntado o sobre la que estamos hablando.
¡Cuánto
más digerible es –“me he sentido muy solo en estos días”- que “no me has hecho
ni caso estos días”!
Nos
damos perfecta cuenta, el mensaje es el mismo. Pero si nos dirigen la primera
frase nos sentimos interpelados en positivo y rápidamente recapacitamos sobre
nuestra actitud y muy probablemente nos disculpamos por haber estado despistados
o demasiado absorbidos por lo urgente.
Eso si, ante la segunda frase nuestra
reacción será sin duda de defensa: No tardaremos en justificarnos, sentirnos
incomprendidos, incluso podríamos llegar a acusar al otro de egoísta por no
hacerse cargo de la vida que llevamos.
Si
tratamos de evitar estos errores y mantener esta buena disposición en nuestras
conversaciones, iremos creando un ambiente cada vez más cercano y confiado
entre los dos. No olvidemos que la confianza y la cercanía son dos de los frutos más esperados de
una sana comunicación.
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