Normalmente las parejas que vienen al despacho llevan una importante mochila cargada de problemas; es lo habitual en nuestro país. Cuando buscamos ayuda en este terreno es porque realmente no podemos más.
En esas circunstancias es habitual que se hayan congelado las muestras de cariño.
-Normal ¿no? Si estás mal con alguien lo que menos te sale es demostrarle cariño.
Ya pero el problema es que en una pareja enterrar, aunque sea temporalmente, los gesto de afecto equivale a tratar de que el coche ande sin gasolina.
-No mire, el depósito esta vacío, pero olvídese de la gasolina. El coche tiene problemas serios que hay que reparar y...
-Ya, ya pero un poquito de gasolina para que al menos pueda andar si que habrá que ponerle ¿no? Es que si no, no vamos a poder ni siquiera ver lo que le pasa porque parado...
Pues algo así. Necesitáis moveros como pareja. Y eso incluye manifestaros amor. ¡Porque no estáis mintiéndoos! Claro que os queréis, por eso lo estáis pasando mal.
Así que no os privéis de ese mínimo de gasolina para poder andar algo.
Y luego, eso si, ¡al taller!
Hoy me animo a escribir sobre esto porque aunque pueda resultar negativo, es algo que puede presentarse y de lo que ninguno
estamos libre.
“ Estoy desinflado, no ha pasado nada especial pero me faltan
ganas, estoy apático, no me interesa… Y no es que quiera acabar pero tampoco le encuentro gran emoción a continuar.”
A lo largo de toda una vida de relación, estas sensaciones pueden aparecer. ¿Y que hacer?
En primer lugar habrá que ver cómo de en serio te tienes que tomar, es decir si eres muy de altibajos...pero si no es así, tendrás que mirar hacia atrás y hacia adentro. Para ver en qué momento has descuidado tu relación, ha perdido prioridad.
Qué otras hierbas han podido crecer. Escúchate.
Las cosas no ocurren porque sí. Seguro que encuentras pistas. Ponte a trabajar éntrale al trapo a esas cosas que has visto.
No te resignes. Sonríe, se optimista. Y empieza a funcionar como si ya tuvieras una relación boyante, verás que a fuerza de echarle
oxígeno cada vez respirará mejor.
No tengas miedo a engañarte. Vuestros sentimientos siempre fueron verdaderos. Y actuando así sólo ayudarás a que la verdad emerja.
Ahora que empieza el año y muchos hemos hecho algunos propósitos, no quería dejar pasar la oportunidad.
A veces caemos en el error de pensar que en nuestra relación hay una red y por lo tanto podemos saltar y dar tres mortales para el final engancharnos del compañero trapecista por los tobillos.
Me refiero a esas ocasiones en las que discutiendo dices de todo, te das barra libre en comentarios y referencias irónicas, ofensivas… en el subconsciente yace la idea de que no pasará nada.
Al final, con más o menos tiempo y más o menos malas caras, el agua volverá a su cauce.
Pues aquí viene el propósito: no caer nunca más en esa conducta. Desgasta mucho! Hace perder energía e ilusión, así que no te la permitas!
Precisamente en la convivencia más íntima es en la que debemos ser más delicados. Porque vamos a estar siempre juntos y no
podemos permitir que se deteriore nuestro trato nada.
Así que el listón bien alto y seamos exigentes sobre todo cada uno consigo mismo en el modo en el que nos dirigimos a el, a ella.
Se acerca la Navidad. La publicidad vuelve a inundarnos con mensajes de encuentro, cercanía, buenos sentimientos…
También en estos días escuchamos que arranca el año de la misericordia, en el que el perdón será el protagonista.
En estas páginas tratamos de pasar revista semanal a ingredientes esenciales de la relación de pareja y el perdón no puede quedar fuera.
Pero entre vosotros perdonar es salvar la intención.
Estás seguro de que lo que hizo no buscaba ni de lejos hacerte daño.
Es una gran diferencia con el resto del mundo.
De los demás podrás desconfiar quizás. Pero de tu pareja no.
No puedes contemplar la posibilidad de que pueda buscar tu dolor, tu sufrimiento. Por eso perdonas.
Perdonas porque sabes que tú también puedes herir sin querer.
Perdonas porque te das cuenta, si lo piensas, de que no puedes
juzgar su mundo interior.
Perdonas porque amas mucho más de lo que puede doler el agravio.
Cuando un adolescente se encuentra con otro del sexo opuesto podemos aconsejarle con razón que busque personas con proyecto. Que no vale la pena estar con alguien que está contigo sin pensar en nada más allá.
Del mismo modo, es importante que vosotros dos mantengáis vivo en todo momento vuestro proyecto. Hay etapas en las que el proyecto o los proyectos vienen ya muy definidos por la vida. Pero en otros momentos debemos ser nosotros quienes los diseñemos.
¿Tenéis del todo claro cuáles son vuestros proyectos comunes?
¿Compartís anhelos que os ilusionen a los dos de verdad?
No caigáis en el error de estar construyendo, con mucho esfuerzo eso sí, pero cada uno por separado una torre distinta. Y esa torre puede ser el deporte de tu hija, la casita en el campo…
Aseguraros de remar en la misma dirección, llenad las alforjas de un buen puñado de asuntos en los que los dos pongáis todas las ganas.
Necesitáis vibrar juntos. Aunque sea con cosas sin aparente trascendencia.
Qué os brillen los ojos a los dos mirando en la misma dirección.
Veo todos los días a mi alrededor personas que tienen muy claro que harán todo y más por sus hijos.
Si tú tienes hijos seguro que también. Los ves vulnerables, dependientes, te sientes comprometido con su bienestar, con su felicidad…
Y por ellos lo que haga falta.
Con tu mujer, con tu marido, la actitud es otra. Exiges más, esperas más, y es normal. Estamos hablando de dos adultos. Pero no es verdad que también tu pareja depende de ti? Es vulnerable a lo que digas o hagas?
Eso se nos va más fácilmente de la cabeza.
Y también por desgracia muchos pierden de vista a veces, que lo mejor que pueden hacer por sus hijos es quererse de verdad.
Si de verdad buscas darle a tu hijo la mayor felicidad del mundo, quiere mucho y de verdad a la persona con la que le engendraste.
Vosotros dos sois sus pilares fundamentales, su estabilidad, su mejor autoestima. Todo lo demás realmente es prescindible.
Ya lo sabes. No te gastes ese dinero en inscribirle en ese curso. Inviértelo en un fin de semana con tu mujer. Tu hijo saldrá ganando!
Ayer estuve en una boda. Y como siempre el rito del matrimonio estremece. Es muy radical, puede resultar excesivo: hasta que la muerte os separe, serte fiel en las alegrías y en las pena, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida...
Realmente ¿hay alguien que pueda estar cien por cien convencido de que va estar a la altura de las circunstancias con semejantes exigencias dentro de veinte, treinta o cuarenta años?
Imposible. Ni siquiera puedo asegurar del todo lo que voy a ser capaz de hacer mañana, como para firmar un compromiso para toda mi vida...
Y esa es la maravilla, que aún no fiándote de ti mismo te entregues por completo a otra persona y le jures fidelidad y cercanía siempre. Al mismo tiempo eres consciente de que es cosa de dos, y que saldrá bien porque los dos vais a poner el alma y el corazón en que así sea.Vais a vivir cada día de forma coherente con ese compromiso.
Es el misterio de la libertad del hombre que decide, porque le da la gana, iniciar un camino y decir que no a muchos otros.
Es poner en juego tu libertad apostando todo a una sola carta.
Es una receta infalible para ser feliz.
