Es bueno volver a los comienzos. En todo. Nos hace mucho bien
pensar por qué me metí en este lío.
En nuestra relación también. Cómo nos
recoloca de bien volver a la casilla de salida, donde todo estaba muy claro.
No sabes lo bien que funciona este ejercicio. Bien hecho, puede devolver la alegría
de estar juntos, la ilusión por llegar a casa, las ganas de escaparse los dos
solos. Podemos así recuperar el buen sabor de la entrega del uno
al otro que llene y sostenga nuestra vida.
Ponte la siguiente tarea: busca un rato tranquilo y aíslate.
Papel y lápiz en mano, escribe una lista de las cosas que te
enamoraron en su día. Deja volar tu imaginación y tu memoria. Que regrese a esos momentos.
Quizás hayan pasado ya unos años, pero no es ciencia ficción.
Aquello lo
pensaste. Así te sentiste.
Deja que vayan cogiendo fuerza en ti esos recuerdos.
Que cobren vida. Y después proponte mirar a la persona que quieres con esa
mirada de entonces. Verás como sigues descubriendo mucho de lo que te enamoró.
Nublado quizás por otras muchas cosas que se han cruzado en el camino.
Soplad
fuerte entre los dos. Díselo y hacedlo juntos. Seguro que disipáis esas nubes y
volvéis a ver el cielo claro y limpio.
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