El otro día me invitaron a hablar ante un grupo de parejas
sobre la sexualidad, haciendo especial referencia a las diferencias entre él y
ella. Porque las hay, y vaya que las hay.
El problema es que de esto no hablamos con casi nadie, ni
siquiera con nuestra pareja. Y por eso vamos tantas veces a ciegas, sin entender
porqué reacciona así, o sin saber si lo que me pasa es normal, si tiene
remedio…
Les animaba, y os animo, a poner este tema sobre la mesa
siempre que sea necesario. Habladlo y habladlo a fondo. No pactéis con nada que
no queráis que os acompañe el resto de vuestra vida. Porque vuestras relaciones
serán de tanta calidad como lo sea vuestra cercanía, vuestra compenetración,
vuestra intimidad y en definitiva vuestra comunicación en este terreno.
Y por último, no olvidemos en ningún momento que nos
entregamos al otro, a la otra, para hacerle sumamente feliz, como en el resto
de las parcelas de nuestra vida.
Si nos planteamos nuestra relación sexual como un encuentro
en el que voy a buscar la mayor felicidad del otro, habremos matado muchos
pájaros de un tiro: saldremos más unidos, más enamorados, más generosos y más
volcados en el otro.
Y como somos personas y todos esos sentimientos nos hacen
sentir muy bien, se unirán al placer físico y la relación será también para
nosotros mucho más satisfactoria. Un win-win.
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